martes, 9 de junio de 2020

Reto módulo 2

 

Durante la Revolución Francesa (1789-1799) las mujeres europeas comenzaron a tomar el estandarte de los reclamos por la igualdad social y marcharon en Versalles bajo el lema "Liberté, Égalité, Fraternité"
En sus trabajos la diferencia de género era fatal: cobraban la mitad que los hombres simplemente por ser mujeres. Esos años fueron los cimientos de los reclamos por los derechos políticos que las consagraron como ciudadanas. 

Un importante logro fue la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana redactada por Olympe de Gouges en 1791, basada en la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789. Éste es uno de los primeros documentos históricos que propone la igualdad de derechos de las mujeres en relación con los hombres.

HERSTORY: La Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (Olympe de Gouges)
Olympe de Gouges denunciaba que la revolución olvidaba a las mujeres en su proyecto de igualdad y libertad. Defendía que la «mujer nace libre y debe permanecer igual al hombre en derechos». Reclamaba un trato igualitario hacia las mujeres en todos los ámbitos de la vida tanto públicos como privados: derecho al voto y a la propiedad privada, poder participar en la educación y en el ejército, y ejercer cargos públicos llegando incluso a pedir la igualdad de poder en la familia y en la Iglesia. 

El planteamiento feminista no era compartido por los varones que dirigían la revolución, ni siquiera los más radicales. Olympe de Gouges fue acusada de traición a la revolución por oponerse a la pena de muerte contra el rey Luis XVI, por este cargo fue arrestada y guillotinada el 3 de noviembre de 1793. 

Su único hijo renegó de ella públicamente poco después de su ejecución, por temor a ser detenido. Aunque ya en vida había tenido que enfrentarse a la profunda misoginia de la sociedad en que vivía, tras su muerte, sus contemporáneos la relegaron a un tercer plano. Su obra cayó en el olvido, e incluso el desprecio, durante todo el siglo XIX. Se llegó a decir de ella que era analfabeta, poniendo en duda la autoría de sus obras y se dudó incluso de sus facultades mentales. 

Habría que esperar hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, para que la figura de Olympe de Gouges se recuperara como una de las grandes figuras humanistas de la Francia de finales de siglo XVIII. Objeto de estudio en Estados Unidos, Alemania y Japón, en Francia, tras la publicación de su biografía por Olivier Blanc, se le rindió homenaje en los actos del bicentenario de la Revolución Francesa en 1989. Desde entonces se han representado varias de sus obras de teatro, sus escritos están siendo reeditados y varios municipios franceses han dado su nombre a colegios, institutos, plazas y calles. Un reconocimiento tardío, pero imprescindible, a una gran luchadora por la mujer y por la igualdad.

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